El pez seguía
aguas arriba, sin darse cuenta que ya había cruzado las fronteras del Perú y
que su sistema biológico también había sufrido cambios internos, que su ingesta
transformarían al mismo hombre, sin que él mismo se dé cuenta, porque sólo
había llegado a esas aguas producto de su habilidad para escapar del estudio
del hombre por transformar a esa especie, que solo era para el avance del
conocimiento de las especies transgénicas, pero que el descuido lo habían hecho
recorrer el mundo de manera inversa hacia territorios olvidados, pero
naturales. Ahora no se sabe en qué aguas andará, pero a su paso si sabemos que
esa especie no aparea con peces de su mismo género, sino tiene predilección por
otras especies ictiológicas.
Desde que
abandonó el Perú, la Selva ha cambiado, las aguas están envenenadas,
contaminadas y con petróleo; los Jíbaros ya no vuelven a cantar a Etsa, esa
deidad que actuaba con justicia, con responsabilidad y con muchas ganas de
mantener el verdadero paraíso terrenal. Según cuentan algunos pobladores del
nororiente peruano que las aguas de los ríos selváticos lloran de noche, sus
gemidos, sus llantos y sus gritos de tristezas gimen consolación. La selva se
ha unido a este dolor y ha enviado en su búsqueda al amo y señor de los bosques:
“El Chullachaqui”, una especie de duende que adopta diferentes formas para
engañar a visitantes y transeúntes. Adopta formas humanas, de animales u otras
especies, pero es reconocido porque un pie lo tiene como una pezuña.
También afirman
que los lagos han enviado a las sirenas a buscar al pez transgénico, que de
repente esta especie ya ha sido ingestado por los seres humanos y que sin
saberlo ya estamos siendo transformados por la misma mano del hombre. Eso está
haciendo que el hombre tenga, en la actualidad, diferentes formas de
comportamiento que antes no se veía como el incremento de mucha violencia en
las calles, asaltos, robos, secuestros, etc. Y que la misma naturaleza del
hombre está cambiando, no se sabe si en la calle estás conversando con un ser
natural o un ser con rasgos propensos a cambios repentinos como el pez
transgénico.
Los peces de la
Selva también se han organizado y han enviado a su representante llamado “La
Carachama”, pez feo, para que busque al pez transgénico, o a su familia de ese
pez; aunque ya sabemos que no se aparea con peces de su misma especie, sino con
otras que no son de su género. A la vez los animales terrestres también se han
organizado y han enviado a la “Runamula” para ese fin.
Lo que todos
lamentamos es que ya se ha puesto a la humanidad en alerta, pero parece que la
alerta es demasiado tarde, porque el hombre ha cambiado con respecto a la
naturaleza y a su misma naturaleza.
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